
Dicen que cualquier idiota puede decir la verdad, pero que para mentir hace falta astucia. Reconozco que a mi los mentirosos me dan bastante asco. Puedo excusar esos embustes mas o menos piadosos o insignificantes, pero no la mentira pura y dura, las que buscan destruir al otro, o enfangarle, normalmente para tapar la basura propia.
A veces al final de la mentira se produce una especie de sonrisa refleja que delata al trolero y que este intenta reprimir, fruto posiblemente de la soberbia que suele acompañar a estos sujetos a los que la infamia hace importantes.
El mentiroso debería de tener una serie de requisitos mínimos,tanto físicos como psíquicos, que por gracia a muy pocos acompañan, y suele ser fácil poderles aplicar la conocida frase de: "Antes se coge a un mentiroso que a un tonto" aunque a algunos les importa poco.
Suele haber dos tipos de mentira: La que tiene por objeto engañar a a la víctima y otra que va dirigida a los otros. Normalmente la segunda se suele producir en ausencia del embarrado, pero en ocasiones el mentiroso para mayor disfrute lo hace con el agredido presente, llega incluso a mirar a su presa a los ojos, en un intento de convencer a su público de la ruindad de la víctima, más tarde con un un auditorio ya rendido se permitirá incluso alguna lección de moral.
Cualquier mal nacido puede llegar a montar una verdadera trama con el fin de hacer pasar por blanco lo que es de otro color. Es fácil que suela encontrar quienes le ayuden en su viaje, sobre todo si sus acompañantes con esa postura obtienen beneficio propio o tapan su propia porquería.
Si el tema que origina la cuita acaba además en manos de la justicia y a la víctima se le aconseja silencio, el fulero todavía tendrá más alas, seguirá buscando el apoyo en los de su calaña y seguirá con el ataque ya que apesar de que " En boca del mentiroso la verdad suena dudosa" son muchos los que disfrutan machacando al vecino y es que a falta de libros buenos son libelos.
Si la situación cambia, o simplemente se pone dudosa a sus intereses, los socios le suelen abandonar, cambian de treta e intentan congraciarse con la víctima en un "aquí no ha pasado nada, pelillos a la mar" Y se quedan sorprendidos si el agredido "rencoroso y ruin" decide no devolver el saludo a semejantes sujetos.
¡Y todo esto después de pasarme la tarde haciendo dulce de membrillo! Debe ser que los vapores de la compota no me sientan bien... Por cierto, me ha salido riquisimo
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