Damme es un pequeño pueblo medieval a pocos Km al noroeste de Brujas, la distancia es corta y la visita merece la pena.
Desde Brujas bajamos por rue de Poterie, siguiendo el cana,l hasta encontrar el embarcadero donde tomar el barco para Damme. Como estábamos cansadas del viaje y nos pareció que nos vendría bien un paseo para ir tomando contacto con la ciudad, aunque hay un autobús que te lleva desde el Grote Markt de Brujas
El Lamme Goedzak es un vapor de rueda de paletas y fué la opción elegida por nosotras, aunque tambien es corriente hacer el recorrido en bicicletas de alquiler.
El paseo por el canal fue precioso, todo el está bordeado de álamos y habitado por infinidad de ánades que en esta época pasean tranquilamente su prole por las aguas. A los lados una bonita campiña alguna que otra casa.
La Bienvenida a Damme corre a cargo del gran molino de viento todavía en funcionamiento ( s. XVIII) y de una exquisita pastelería situada justo en frente del embarcadero, y que a modo de Cupido se apoderó del corazón de Teresa
Damme es una ciudad muy tranquila de poco más de 10.000 habitantes, vamos que poquito que caminas siempre vuelves al campo. A poco pasos del embarcadero esta el Grote Markt ( el equivalente a nuestra plaza mayor) dominada por el antiguo ayuntamiento con sus cuatro torretas en las esquinas ya su derecha la casa de la Gran Estrella, realizada en el siglo XV, aquí está la oficina de turismo y un museo dedicado al héroe local Tijl Uilenspiegel que lucho contra los españoles, y donde se puede ver la literatura que inspiro este legendario héroe.
También se puede visitar el museo de muebles gótico que hay en el Hospital de Sint Jan, sin olvidarse de ver la Iglesia de Nuestra Señora de la que aun se conserva una impresionante torre cuadrada construida en 1250, el coro y parte de la nave construidos entre los siglos XII y XIV.
Damme es como un pueblecito de cuento, en el que reina la paz y el silencio, celebre por sus librerías, y con una buena oferta gastronómica.
Imprescindible perderse un rato paseando por sus calles, y por los alrededores del canal.
La vuelta se puede hacer en un autobús regular que sale del Grote Markt o bien como hicimos nosotras relajarse de nuevo con otro paseo en Barco. Una hora de navegación que nosotras aprovechamos para tomar un té con una exquisita tarta de la pastelería de enfrente del embarcadero, invitación de Mari Tere que estaba de autentico antojo.
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