
Por fin ha salido el sol, desde la ventana el día parece acogedor, aunque seguro que fuera hace frío. Ha comenzado a derretirse la nieve, esta vez a sido tanta que va a costar. Los niños no han ido al colegio. Algunos, abrigados, están en jardines y parques, corren, resvalan e intentan deslizarse mateniendo el equilibrio, para terminan como siempre tirandose bolas unos a otros con nieve que compactan entre sus manos. Otros, en casa, calentitos, como perros enjaulados, chillan y corren por los pasillos. En estas vacaciones de Navidad que no quieren acabar nunca.
A mi la nevada me ha mudado los planes, visitas, reuniones que se posponen, clases que se anulan...
Me apetece un cambio. Iniciar la marcha, hacer cosas nuevas, o viejas que más da, ponerme al día dejar de de sentirme acosada, en este año sin proyectos, sin expectativas, a la espera de una justicia que creo nunca va a llegar. Poder defenderme de la iniquidad y de la bajeza. Pero este tiempo me desarma, me enfria, me adormece.
Aun así bienvenida seas nieve: blanca, inmaculada, impoluta, que por un día cambia el aspecto de este gran vertedero de corrupción en el que vivimos ¡Que nieve, que nieve y que lo tape todo!
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