
¡Que si, que nos la quitan! Acusada de derrochona la pobre bombilla tiene sus días contados. La comunidad Europea la odia y quiere sepultarla en el mayor de los olvidos.
Nuestros nietos la conocerán por los museos. Ya no la quiere nadie, ni tan siquiera los contenedores de vidrio. Pero que queréis a mi me gusta esa sensación de fragilidad que irradia aunque este fundida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario